domingo, 18 de septiembre de 2011

Cathy Horyn y Alber Elbaz en el Niemeyer

«Mi trabajo es diseñar prendas que susurren, no que griten»


Esta semana ha sido muy especial para la moda en España, no sólo por la Cibeles Fashion Week, sino también por la visita que realizó al Centro Niemeyer de Avilés el director creativo de la firma Lanvin, Alber Elbaz, que fue entrevistado por la periodista Cathy Horyn, con motivo de los diálogos (Times Talks) que organiza el diario The New York Times.




Diseñador excepcional y no exento de polémica por su última campaña, Alber Elbaz ha visto reconocida su carrera con el título de caballero de la Legión de Honor francesa, una carrera que, como él mismo relata, empezó a una edad muy temprana. “Desde pequeño me encantaba la moda. Compartiendo una habitación pequeña con cuatro hermanos, la moda me llevaba a otro lugar, a otro planeta, allí donde quiero estar, explica. “Diseñar es lo único que sé hacer. Si no trabajara en esto, quién sabe, podría estar ahora mismo viviendo en la calle”.

Tras terminar sus estudios, Alber se trasladó a Nueva York para buscarse la vida. Sin experiencia, “ni un curriculum increíble”; su primer trabajo fue en un pequeño local donde se encargaba de diseñar los vestidos que lucían las madres en las bodas de sus hijas. Poco después conoció a Geoffrey Beene, quien le introdujo en los secretos de la moda y en su esencia. “La moda no sólo vive en los bocetos, sino también en todo lo que nos rodea”, afirma Alber. “En este mundo se piensa que un diseñador tiene que ser cool, pero para mí no tiene nada que ver con eso, sino con trabajar de 9 de la mañana a 10 de la noche, trabajando en lo que amo, allí es donde me siento a gusto”, recalca.

Un sueño hecho realidad

Fue durante su etapa profesional en Yves Sant Laurent, cuando Alber comenzó a definir su propio universo creativo. “Cuando trabajas para marcas con una gran historia, surge la dualidad de seguir con la tradición o aportar algo nuevo -tu talento y tu imaginación- a los futuros trabajos. Cuando modernidad y tradición se unen, surge la magia”, afirma.

Finalmente, fue la casa Lanvin la que le dio la libertad que necesitaba para demostrar su potencial. “A la hora de crear mis diseños me centro en la mujer: que sea ella quien lleve el vestido, no el vestido el que la lleve a ella. Mi trabajo no consiste en fabricar prendas que sean como una segunda piel, sino en hacer a las mujeres felices”, señala.

En sus primeras colecciones, cambió el estilo de la marca simplificando sus diseños y elaborando prendas “que susurran, no prendas que gritan”. Y es que la simplicidad y la funcionalidad son requisitos fundamentales para que un diseño sea exitoso y, ante todo, perfecto.

La presión de los diseñadores

Ajeno a las polémicas que su día levantaron sus creaciones, Alber es consciente de la enorme presión a la que están sometidos los diseñadores, ya sean grandes o pequeños. “Pasamos de couturière a diseñador, y de diseñador a director creativo. Tienes que estar horas en el taller llevando la colección, pero a la vez controlando lo que tienes que mostrarle a los medios”.

De ahí surge su explicación al reciente escándalo que originó John Galliano con sus declaraciones antisemitas, o el trágico suicidio del diseñador Alexander McQueen. “En este sector sólo te juzgan por las cifras, por eso muchos se están volviendo locos. El sistema fue lo que mató a McQueen, era demasiado grande para él”, asegura.

Por si fuera poco, a esta presión se une ahora la creciente influencia que están adquiriendo los blogs y las redes sociales en el mundo de la moda. “Ahora casi importa más que un determinado color no quede bien con la resolución en pantalla que la prenda en la vida real”, bromea. Sin embargo, Alber no ha dejado que esta presión afecte a su trabajo ni a sus colecciones. “Lo importante es la realidad, lo que te hace sentir bien. Hay que ser fiel a uno mismo”, concluye.

Y de broche final, la entrevista al completo y el último video de su colección de Otoño-Invierno 2011/12:









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